domingo, 7 de febrero de 2010

Eurovisión, un Festival desvirtuado.


Me pregunto en qué se está quedando, de unos años para aquí, el Festival de Eurovisión, así como la repercusión en la música tiene hoy día dicho Festival y si responde a los principios y objetivos de cara a su promoción y difusión, y consecuentemente, su denominación original de Festival de la Canción de Eurovisión tiene sentido. Si mantiene la esencia de prestigio y éxito entre sus participantes. También, si tiene razón de ser su ampliación a países situados más allá de las fronteras de la vieja Europa. Muchas son las preguntas se agolpan y que aplicando el sentido común me dice que tienen fácil respuesta pero a veces pienso cada vez más difícil solución.


Al menos en España la incidencia del Festival es cada vez menor, al menos en lo tocante a la música, si bien el atractivo para el telespectador español se está reduciendo al simple hecho de seguir las votaciones para saber en qué puesto queda España. Pero en lo que a nuestro intérprete se refiere de unos años para aquí, casi nadie recuerda que tema llevó, ni siquiera la canción ya tiene repercusión en la música de nuestro país, y en el peor de los casos su intérprete ha caído al mayor de los olvidos, cuando no ha durado sólo lo que su actuación en el Festival.



Por no hablar, que en los últimos años estamos asistiendo, en parte provocado por el sistema de preselección implantando por TVE, apoyándose en las posibilidades ofrece internet, en tratar de hacer partícipe a los internautas en la preselección de los candidatos a participar en el certamen, en un intento democratizador. Lejos de lograrlo, se está consiguiendo resulte todo lo contrario. Los intereses de ciertas cadenas de televisión y radio de cara la proyección de ciertos programas, de una parte, los grupos de internautas, de otra, que no buscan más que boicotear el Festival apostando por candidatos advenedizos en esto de la música, sin preparación, simplemente con el único propósito de llamar la atención durante unas semanas. Está originando baje considerablemente el nivel de los candidatos año tras año.

También, estamos asistiendo a un planteamiento en mi opinión equivocado del Festival según el cual se antepone el deseo de triunfar y ganar a cualquier costa antes de llevar un buen intérprete y canción, y por otro lado, necesariamente la canción nos represente tiene que ser festivalera, como si de un género musical se tratase, cuando no es otra cosa que el querer llevar algo que sólo se quede en una llamativa puesta en escena, con una letra simple y música repetitiva, por tanto, donde la calidad musical y de interpretación sea lo de menos.


El otro problema, pero este ya traspasa nuestras fronteras es la dimensión geopolítica está adquiriendo cada vez el Festival a favor de los países del Este, principiantes en esto y sabedores de la importancia tiene para sus países económicamente y de repercusión respecto a sus artistas. Resulta que al final se lo reparten entre ellos, dejando a sus países fundadores y de la vieja Europa a dos velas.


En definitiva, un Festival que debería ir encaminado a la promoción y difusión musical, como la mayor plataforma para muchos artistas noveles que tienen en la música su profesión y vocación, mejorando año tras año su nivel, preparación y formación de los participantes. Cada vez va avanzando a pasos de gigante hacia la mediocridad musical, salvo excepciones muy puntuales, fiel reflejo en gran parte de la música de hoy que es de usar y tirar. Pues el Festival lo mismo, sólo vale para una actuación, y de ahí no pasa. Se está perdiendo la esencia de Eurovisión perduró durante años y sus intérpretes y canciones fueron mundialmente conocidas y todavía siguen presentes en la memoria colectiva y de la historia musical.

Tal vez sea necesario recuperar el esplendor del Eurovisión de antaño o, al menos, el buen nombre que nunca debió dejar de perderse: Festival de la Canción de Eurovisión. Poco o nada queda de aquello, cada año que pasa se va desvirtuando, perdiendo su encanto, el espíritu con y por el que nació. Ha sido recurrente de unos años para esta parte el lema ¡Salvemos Eurovisión!, no sé si con intención de recuperar los buenos tiempos o querer destruirlo para siempre.