sábado, 27 de agosto de 2011

Cybill Shepherd, Maddie en 'Luz de luna'.


Resulta difícil alcanzar el nivel de glamour, belleza y elegancia natural desplegó Cybill Shepherd cuando interpretó a Maddie Hayes, en la que es considerada comedia detectivesca por excelencia de los 80 Luz de luna.


Cybill marcó con diferencia un estilo de mujer que hasta entonces no se había visto en las series de televisión. El de una mujer moderna, emancipada del hombre y de carácter rebelde pero muy femenina. Siempre la recordaré saliendo del ascensor y entrando en la oficina con su melena rubia ondulada, sus elegantes vestidos de seda, amplias carteras de mano y gafas de sol.


Cybill supo sacar el máximo partido a su personaje, en parte gracias a su pasado como modelo publicitaria, pero en esta ocasión no trató de vendernos las bondades de ningún producto, sino una imagen de mujer, la de Maddie Hayes. Convirtiéndose en todo un referente, consiguiendo trasladar esa imagen de mujer inteligente, con clase, emprendedora, independiente, responsable, intransigente a veces, temperamental pero en el fondo sentimental y romántica. En definitiva, una mujer de armas tomar. Toda una diva e icono femenino de los 80. 


Bajo esa fortaleza y carácter mostraba, Maddie también escondía ciertas debilidades y la luz propia desprendía no sería lo mismo de no ser por el sustento importante a su personaje le prestó Bruce Willis (David Addison), su partenaire en la serie, representando a un hombre despreocupado, bromista, vividor, embaucador y de carácter chulesco pero de un atractivo muy primario, constituyendo el contrapunto a Maddie.


La guerra estaba más que servida con esta pareja explosiva, donde la tensión sexual de sus protagonistas fue una constante, constituyendo todo un círculo vicioso del cual les resultaba difícil salir, a pesar de que en el fondo se querían y necesitaban, aunque fuesen incapaces de reconocer uno al otro sus verdaderos deseos y sentimientos.


Aún así se demostró con el final de la serie que la lucha encarnizada mantuvo Maddie y David encerraba una hermosa historia de amor.

 

Ahora bien, la guerra particular que libraron estaba planteada en tono de humor y aderezado con un toque de misterio que propiciaban los casos a los que tenían que enfrentarse y resolver por medio de la agencia de detectives de Los Angeles Luna azul. Así fue como David propuso a Maddie se llamase, recordando su etapa de modelo en la que promocionaba un champú de éxito del mismo nombre.


Una agencia, a cuyo frente anteriormente estaba sólo el propio David, y la cual llevaba con más pena que gloria. Maddie  tras dejar su etapa de modelo y haber pasado por una situación económica complicada decide tomar las riendas de la misma junto a David tras recibir una propuesta por parte de él.


A esto, añadir que junto a Maddie y David había otra pareja, constituyendo sus antagonistas. Por un lado, estaba la torpe y olvidadiza pero muy buena persona, Agnes Digesto (Allyce Beasley), que hacía de recepcionista, y de otro, el aprendiz de detective y mal influenciado por las artes de David, Herbert Viola (Curtis Armstrong). Los cuales protagonizaron también su idilio particular paralelo a la pareja principal.


A pesar de todo, Maddie y David intentaban a duras penas salir adelante por aquello de que el negocio iba a medias, a pesar del amor-odio se profesaban con aquellas discusiones verbales que finalizaban casi siempre con tremendos portazos.


A los enfrentamientos mantuvieron, se les atribuyó el gran éxito de audiencia llegó a tener la serie, al menos durante sus tres primeras temporadas, en los que aquellos fueron más notables. Desde el momento que la relación entre Maddie y David se fue dulcificando la audiencia fue cayendo, hasta que en 1989 y coincidiendo con su quinta temporada, la cadena ABC pone fin con el triunfo del amor entre sus protagonistas.


La ficción no se separaba mucho de la realidad. Al parecer los egos de Cybill y Bruce chocaban constantemente, convirtiéndose en algo habitual durante los rodajes, y los productores de la serie estaban hartos de sus discusiones ya que no hacían más que eternizar las grabaciones. Cybill tampoco estaba muy contenta por la evolución de su personaje, según ella cada vez la resultaba más promiscua e histérica. Cybill fue quedarse embarazada y a Bruce lloverle ofertas del mundo del cine para que Glenn Gordon diese por concluida la serie.

Cabecera de la serie Luz de luna (Moonlighting). El tema musical fue interpretado por el cantante de jazz Al Jarreau. Tuvo una enorme popularidad en su día engrosando la lista de éxitos musicales del momento.

Típica discusión entre Maddie y David.

Secuencia final, en la que se utiliza el recurso de la 'cuarta pared', algo habitual en la serie, donde sus protagonistas salían de escena para contar sus impresiones tanto a los telespectadores como a los productores o compañeros de rodaje.

Cybill Shepherd siendo una adolescente y todo un portento de belleza natural se inicia en el mundo de la moda llegando en poco tiempo ser portada de las más prestigiosas revistas (Vogue, People o Glamour) además de haber logrado alcanzar el título de mejor modelo del año en 1968.


La esposa del cineasta Peter Bogdanovich la descubrió en la revista Glamour, y la cual sugirió a su marido como candidata para su próxima película, La última sesión 1971, que tras pasar un casting, fue elegida para hacer el papel de Jacy Farrow, una rompecorazones y objeto de deseo de todos los chicos de un pequeño pueblo con un cine a punto de cerrar. Llegando a convertirse en toda una película de culto durante los 70. La relación de Cybill con Peter Bogdanovich fue más allá de lo profesional al enamorarse Cybill de él durante el rodaje de la película, y con el cual llegó a realizar unas cuantas películas más como Una señorita rebelde 1974 y Por fin un gran amor 1975, hasta que ponen fin a su relación sentimental. A partir de ese momento su declive profesional no hizo más que comenzar, quitando un papel secundario en la que es todo un clásico del cine Taxi Driver 1976, donde encarnaba a Betsy una conquista del taxista Travis Brickle que interpretó Robert De Niro. Su prometedora carrera se iba diluyendo entre una serie películas e interpretaciones con las que no tuvo demasiada fortuna ni reconocimiento.


Hasta que en los 80 decide buscar refugio en la televisión con la serie La rosa amarilla, mezcla de culebrón y western urbano, centrada en la vida de un grupo de criadores de caballos. No funcionó del todo bien manteniéndose una sola temporada en antena.


Fue con la serie Luz de luna donde consigue recuperar el tiempo perdido y el status de superestrella. Su embarazo provocó una aceleración en la serie y los continuos desencuentros entre ella, Bruce y los productores precipitó su final en 1989 después de cinco temporadas en antena.


Pero a diferencia de su compañero, Bruce Willis, para el cual la serie supuso su descubrimiento y lanzamiento como uno de los actores más influyentes del cine norteamericano durante buena parte de los 90. La carrera de Cybill por el contrario fue recalando en telefilms basados en hechos reales, encarnando a mujeres maltratadas o madre de hijos problemáticos.


Hasta que en 1995 crea una comedia hecha a su medida Cybill, sobre una actriz en declive, tras haber destacado años atrás. Esta producción funcionó bastante bien, permaneciendo en antena durante cuatro temporadas, hasta 1998. El gusto por hacer de si misma volvió a repetirse con la comedia cinematográfica La musa 1999.

Cybill junto al resto de compañeras de la serie The L Word.

En el 2000 debutó como presentadora en el programa Men are from Mars, Women are from Venus. En los últimos años ha continuado trabajando en televisión apareciendo como artista invitada en series y programas, así como, participado en algunos telefilmes. En 2007 ha colaborado en varios episodios de la serie The L word. Al margen de su carrera como actriz, ha tenido tiempo para desarrollar una discutible carrera como cantante jazzística y hasta la fecha ha grabado nueve discos.

Cybill Sepherd, llegó a cantar un par de clásicos temas swing para un episodio de la serie Luz de luna, y que estaba ambientado en la era de las grandes bandas de jazz de los 40.

Cybill en todo su esplendor.

domingo, 14 de agosto de 2011

Raffaella Carrà, 'la bomba italiana'.


Mujer singular y polifacética donde las haya, cantante, bailarina, actriz, presentadora, comunicadora, en definitiva un espectáculo en si misma. Admirada e idolatrada no sólo en su país, Italia, sino también en medido mundo, conocida por los apelativos 'Diva italiana', 'La bomba italiana', 'La señora del espectáculo'. Dotada de una energía y personalidad tremenda caracterizada por su naturalidad, cercanía, inteligencia, de carácter inquieto, un punto inocente, y que aquí en España fue llamativa su particular forma de hablar, por su imperfecto español, que lejos de ser un inconveniente fue su mejor aliado para que definitivamente el público español se rindiese totalmente.


Realmente empezó muy joven, centrándose en su formación como bailarina y primeras oportunidades vinieron del mundo del cine, desarrollando algunos papeles en Italia, Francia e incluso Hollywood llegó a fijarse en ella. Sin embargo, su mayor éxito estaba por llegar y es con su vuelta a Europa y en concreto a su país natal, Italia. Ambiciosa donde las haya, y sabedora de los cambios rompedores se están produciendo a finales de los 60, influenciada por el cabaret y teatro musical parisino de entonces, crea su propio espectáculo con un estilo personal que marcará un antes y un después por el éxito y repercusión alcanzó.


Con un estilo desenfadado, alegre, desinhibido, vestimenta llamativa, moviéndose por el escenario con sorprendentes puestas en escena, sacudiendo la cabeza con su inconfundible melena, llegó a romper los esquemas más clásicos de cantante estática y formal habíamos visto hasta ahora. Ocasiona un arrollador éxito en la música disco de aquellos años no sólo en Italia, sino también en Iberoamérica a donde lleva sus espectáculos, y como no, España. Todos tenemos en mente temas tan populares como Felicidad da da, Fiesta, En el amor todo es empezar, ¡Qué dolor!, Rumore y Caliente, caliente, entre otros muchos, encabezando las listas de los más escuchados y vendidos del momento, y consiguiendo ser disco de oro y platino en innumerables países.


Centrándonos en el mundo de la televisión que fue donde desarrolló la mayor parte de su carrera, y donde fue creadora y partícipe de inolvidables espacios caracterizados por su sello personal e inconfundible personalidad que la han hecho única, y concretamente, ciñéndonos a España, su primera aparición fue en el programa Señoras y Señores en 1975, los españoles no tardaron en enamorarse de 'la bomba italiana', y el primer álbum de Raffaella (con una recopilación de lo mejor que había editado en Italia) invadió los oídos de los españoles en pocas semanas. El disco incluía además algunas versiones cantadas en castellano. Fue entonces, cuando -sin precedentes- los ejecutivos de TVE le ofrecieron hacer un especial  La Hora de Raffaella Carrà, fueron cuatro en total dedicados por enteros a ella, un experimento exitoso.


Después de su periplo por Iberoamérica a la que llevó sus espectáculos y por los que consiguió un gran éxito, incluso llegó a rodar una película. Regresó a su país y será la RAI quien la encumbre a lo más alto del estrellato televisivo. En la década de los 90  volverá de nuevo a España en esta ocasión presentando ¡Hola, Raffaella! (la versión española de su Pronto, Raffaella en Italia) de 1992-94. La mayoría recordaremos este programa por los juegos telefónicos con el público, y las tantas anécdotas ocasionó Raffaella con sus llamadas, así como el juego 'Si fuera...', con sus invitados en plató. Fue tal el éxito que tuvo hasta tres temporadas e incluso una versión a modo de magazine diario A las 8 con Raffaella, en 1993.


Tras su breve paso por Telecinco con un espacio que no resultó del todo, vuelve a Italia y consigue enorme éxito presentando Carramba che sorpresa y posteriormente Carramba che fortuna. Desde entonces no regresará a nuestro país más que de forma puntual. En 1997 fue invitada por TVE para presentar junto a Ramón García las las campanadas de Fin de Año. Después en 2004 asumió la presentación del maratón Contigo destinado a apadrinar niños en el tercer mundo, así como, en 2006 se sumó a la conmemoración de los 50 años de TVE en sendos especiales, y en 2008 para conducir el espacio Salvemos Eurovisión de cara la elección de nuestro representante en Eurovisión, junto a dos galas más sobre este festival.



sábado, 6 de agosto de 2011

Ana Blanco, el éxito de su personalidad.


Esta licenciada en pedagogía de Bilbao, no sé si por cosas del destino se ha hecho con aquello con lo que más se identifica -según sus palabras- y la identificamos que es presentando un informativo diario, el Telediario.


No sólo ha conseguido el reconocimiento y seguimiento mayoritario por parte del gran público, sino también el merecimiento de la profesión como una de las mejores presentadoras de informativos. A lo sumo, cuenta con una trayectoria de veinte años presentando telediarios de forma continua, junto a especiales sobre los acontecimientos más relevantes de los últimos años tanto a nivel nacional como internacional, sorteando varios gobiernos, directores generales y compartiendo junto a varios compañeros la labor de informar, hasta hacerse hace unos cuantos años y, en solitario, con las riendas del informativo más importante y de mayor seguimiento en este país, el Telediario de las tres de la tarde de TVE.


Además, ha conseguido, por su fidelidad a TVE, la asociemos con ella. Hablar de Ana Blanco es hablar de TVE, y eso ya encierra un gran valor y significado. Pues viene consiguiendo desde que comenzó, se dignifique cada día la profesión del periodismo, cumpliendo a la perfección, en un mundo televisivo cada vez más degradado y desvirtuado por la vanidad y el espectáculo, donde se busca el protagonismo inmediato y en cierta manera prefabricado, que lleva a confundir el verdadero alcance y significado de la profesión, llegando incluso a la ridículo.


Todo lo contrario, representa esta mujer que comunica desde el sosiego y la serenidad que toda noticia requiere. No por ello, significa que no esboce un sonrisa y gesto amable cuando la noticia así lo merece, que junto a su discreción y sencillez, hacen de ella una de las profesionales de informativos más objetivas y creíbles. Ha sido muy recurrido el tema de la melena, que siempre la ha tenido de la misma forma. Para qué realizar cambios en su aspecto físico si no tiene que aparentar o demostrar lo que no es. En suma, Ana Blanco sólo hay una, la que vemos en el Telediario de las tres de la tarde de TVE. Tal cual es, así se refleja en nuestras pantallas. Ahí su éxito.