viernes, 2 de septiembre de 2011

Rosa María Sardà, 'ahí te quiero ver'.


Si tenemos que destacar un año en la carrera profesional de Rosa María Sardà, sin duda ese será el 2010, al ser distinguida con la Medalla de Oro por parte de la Academia del Cine, en reconocimiento a toda su trayectoria profesional y contribución al cine español, siendo entregada por el entonces presidente, Álex de la Iglesia, el cual explicaría el motivo por el que le fue concedida: por ser una alquimista capaz de convertir en oro todo lo negro, lo dadaísta, en normal y lo trágico, en cómico; definiéndola a su vez como: la acotación en el teatro, el 'off' en el cine y la verdad en la televisión.


Rosa María Sardà es sobre todo una mujer fiel a si misma, amiga de sus amigos, comprometida, rebelde, atrevida, sarcástica, irónica, pero sobre todo con un gran sentido del humor. Además de contar con gran talento interpretativo, capaz de invertir lo dramático en cómico y viceversa. Incluso, su gran versatilidad la ha llevado a presentar programas de televisión o convertirse en maestra de ceremonias de los Goya durante varios años. Toda una show-woman y una de las actrices más completas de nuestro país.


No es para menos, ya lleva más de cuarenta años en la profesión. A lo largo de su vida interpretativa ha conseguido hacernos reír a la vez que llorar. Siempre ha tratado de hacer aquello en lo que creía y podía servir a los demás, aunque para ello tuviese que pagar un alto precio y pasar por ciertas penurias económicas. Además de sentir la necesidad de que la mejor forma de llevar la tarea de interpretar es implicarse hasta el punto de conseguir junto a una buena relación profesional, también, una buena amistad, e incluso, a poder ser llegar al hermanamiento.


En más de una ocasión ha dicho que sus mejores trabajos han sido aquellos que ha realizado con sus mejores amigos. Tres son los nombres que ha reconocido como fundamentales y clave en su carrera. Por un lado, Terenci Moix, con el cual mantuvo unos lazos de amistad muy intensos y perdurables, interpretando a lo largo de su vida profesional varias de sus obras hechas para teatro y televisión. Por otro lado, Joseph María Benet i Donet, con el que tuvo su primera oportunidad como protagonista en televisión con Una vella, coneguda olor 1975, a las que siguieron innumerables obras para teatro y televisión. Y por supuesto, Ventura Pons, el primero en darle un papel como protagonista en el cine, con el Vicario de Olot 1981, además de haber colaborado con el en muchas de sus películas debido a la extraordinaria compenetración existió entre ambos, convirtiéndose en su director fetiche por excelencia.



Rosa María Sardá, desde su niñez ya tenía claro que su vocación era ser actriz. Sus inicios no fueron fáciles. Autodidacta, siendo muy joven tuvo que ganarse la vida vendiendo enciclopedias para poder pagar sus clases de interpretación.

Cabecera del programa Festa Amb Rosa María Sardà 1979.

Muy vinculada en sus comienzos al teatro, y en especial a  la escena barcelonesa, destacó sobre todo en la comedia, género que le ha dado reconocimiento y que la ha llevado por todos los escenarios posibles. Así, en el teatro su primer éxito llegó en 1969 con la obra el Knack basada en un texto de Terenci Moix y dirección de Ventura Pons. También pasó por la televisión donde obtuvo una enorme popularidad gracias a dos seriales un tanto excéntricos para la época como fue Festa amb Rosa María Sardà y Les nits de la tieta Rosa, ambos emitidos en el circuito catalán de TVE en plena transición, junto a otros programas como Per molts anys, Ahí te quiero ver o Olé tus videos, este último un espacio de videos domésticos que se emitió a principios de los 90 a través de varias televisiones autonómicas. Y no iba ser menos en el cine, participando en películas como Moros y cristianos 1987 de Luis García Berlanga, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? 1992 de Manuel Gómez Pereira, por el que consigue el premio Goya a la mejor interpretación femenina de reparto, El cianuro...¿solo o con leche? 1993 de J. M. Ganga, Escenas de una orgía en Formentera 1995 de F. Bellmunt, El efecto mariposa 1995 de Fernando Colomo, La duquesa roja 1996 de Frances Betriu o Actrices 1997 de Ventura Pons.

En Wit, Rosa María Sardá da vida a una profesora de literatura que se enfrenta a una grave enfermedad de cáncer de ovarios, encontrándose en fase terminal. Vivian Bearing, es su personaje, una especialista en el gran poeta inglés del siglo XVII, John Donne, cuyos sonetos son un análisis y al mismo tiempo una vivencia en profundidad de la conciencia ineluctable de la muerte y el enfrentamiento del ser humano con ella. El texto de la obra Wit fue galardonado en 1998 con el Premio Pulitzer, siendo su autora la profesora y escritora estadounidense Margaret Edson. Rosa María Sardà recibió en 2003 un Fotogramas de Plata por su interpretación en Wit.

Pero lejos de encasillarse en papeles cómicos, se ha ido abriendo a nuevos registros tanto en teatro, donde ha trabajado a las órdenes de importantes directores de escena como Lluis Pasqual con obras como Madre Coraje de Bertolt Brecht, Wit de Margaret Edson, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca; con Adolfo Marsillach, en Yo me bajo en la próxima y usted; Mario Gas con Olors de Benet i Jornet, entre otros.

Rosa María Sardà y Ana Álvarez en Las amargas lágrimas de Petra von Kant, donde Rosa, Petra von Kant, da vida una afamada modista y Ana Álvarez, Karin, a una joven modelo, las cuales vivirán una atormentada relación 2001.

En su mayoría, las obras ha representado pertenecen a textos de autores amigos suyos como Terenci Moix, Benet i Jornet, o bien, adaptaciones de autores extranjeros como Brecht, Bequet, principalmente. Para televisión, ha realizado varios Estudio 1 para TVE, entre los más recientes Las amargas lágrimas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder, 2001 o Pareja Abierta de Darío Fo, 2002. Y en lo tocante al cine, ha participado en títulos como Suspiros de España y Portugal 1994 de José Luis García Sánchez, La niña de tus ojos 1998 de Fernado Trueba, Anita no pierde el tren 2000 de Ventura Pons, Sin vergüenza 2002 de Joaquín Oristrell, por la que obtuvo de nuevo el Goya a la mejor interpretación femenina de reparto, El viaje de Carol 2001 de Imanol Uribe, El embrujo de Shanghai 2002 de Fernando Trueba, A mi madre le gustan las mujeres 2002 de I. Paris y D. Fejerman, Te doy mis ojos 2003 de Icíar Bollaín, Rivales 2008 de Fernando Colomo o La vida empieza hoy de Laura Mañá, 2010.

Rosa María Sardà y José Coronado en Anita no pierde el tren de Ventura Pons 2000.

Incluso se ha atrevido a dar un paso más dirigiendo y produciendo teatro. Siendo su debut con la obra teatral Ai, Carai 1989 de Benet i Jornet, a la que siguieron L´hostal de la gloria, Fugaç, Shirley Valentine, Le visiteur, Un día cualquiera, Petó public. El teatro en catalán ha sido una constante a lo largo de su carrera profesional.


Sin embargo, es con la televisión y en concreto a través del programa Ahí te quiero ver donde consigue su mayor éxito y reconocimiento por el gran público. En realidad, no fue más que una ampliación de otro programa, Per molt anys, que venía presentando Rosa María Sardá en TVE-Cataluña y con gran aceptación entre los telespectadores catalanes. Lo cual no pasó inadvertido a la dirección TVE en Madrid y decidieron probar a nivel nacional. A pesar del riesgo entrañaba, pues era la primera vez que TVE apostaba por un formato nuevo, y que respondía al estilo de los genuinos talk show americanos, donde generalmente reconocidos y afamados actores y actrices además de presentar, protagonizaban sus propios sketches de humor a la vez que realizaban entrevistas, daban paso a actuaciones musicales e interaccionaban constantemente con el público asistente.


Y lo que en principio había nacido para tres meses, se convirtió en todo un acierto que llevó a su prolongación durante dos temporadas y cuyo éxito permaneció hasta el último programa. Todo gracias a la comicidad y desparpajo de Rosa María Sardá caracterizada por una sutil ironía llena de sarcasmo, convirtiendo aquellas bajadas de escalera en épicas, con aquel contoneo constante de cadera y muecas varias en su rostro al son de una sintonía trepidante, donde una voz en off nos invitaba a presenciar a la presentadora más... de la televisión mundial, que junto a aquel sketch en el que daba vida a una señora de clase alta, en plan dominante y despiadada ante su marido que respondiendo al reclamo de Honorato apenas articulaba siquiera palabra alguna, siendo su única reacción, ante los gestos de desprecio recibía, un tembleque de la mano derecha. De ese sketch nació uno de los "latiguillos televisivos" que más han calado: Honorato ponemos la tele un rato...

 
Enric Pous fallecido en 2001, interpretaba el personaje de Honorato además de recibir a Rosa María Sardà en su intento de bajar cada semana las escaleras del programa de la mejor manera posible.

Cada semana el programa estaba dedicado a un tema y sobre él giraban los sketches, siendo partícipe la propia Sardá tanto en la interpretación como en la confección de los guiones, ayudada por su hermano, hasta entonces un desconocido Javier Sardá. Y de los cuales salieron otros personajes que Rosa María Sardá popularizó, como el de una vieja despistada o la de una pasota que se metía entre el público asistente en el plató. Que junto a las entrevistas a diferentes personalidades de la vida pública y artística y las actuaciones musicales con los artistas más relevantes del panorama nacional e incluso internacional conformaban la esencia del programa. Añadir, durante su primera temporada, 1984-1985, contó con un personaje animado, conocido como Alvarito y que no hacía más que criticar a la Sardá.


La segunda temporada del programa contó con veintiséis entregas, y se desarrolló entre 1986-1987. Contó con mayor presupuesto, que se vio reflejado en un plató más grande, unas escaleras más largas y espectaculares, complicando más si cabe cada bajada con la que Rosa María Sardá trataba de sorprendernos cada semana. Junto al hecho de que en esta ocasión cada emisión tenía a un invitado protagonista. Se unió al plantel de colaboradores de sketches habituales, entre los que estaban Enric Pous, Amparo Moreno y Loles León, el actor Joaquín Kremel. Hubo un serial donde se trataba de descubrir a un posible asesino de la Sardá, y que no era otro que una gemela de la Sardá. A pesar de despedirse esta segunda temporada con enorme éxito de audiencia y el hecho de suponer para Rosa María Sardá su primer TP de oro como mejor presentadora arrebatándoselo a Mayra Gómez Kemp, decidió no regresar con el programa. A partir de ese momento, Rosa María Sardá, no aparecerá en TVE más que de forma ocasional.

Rosa María Sardà en la serie Villa Rosaura.

Así, años más tarde regresaría con su primera serie para televisión Villa Rosaura 1994, una comedia un tanto transgresora dirigida por Manuel Ripoll, en donde se narraba la vida de una familia de vividores que encabezaba Rosa María Sardá dando vida a una ama de casa gruñona y fantasiosa llamada Rosaura, junto a su marido Andrés, Ferrán Rañé que aparentaba ser un ejecutivo y en realidad no era más que un trilero; el abuelo, Don Jaime, Rafael Castejón, el cual tenía como vicio robar principalmente cosas inútiles; el niño Pedrito, Álvaro Ramos, al que inculcaban con los peores ejemplos. Y como contrapunto, estaba Lolita, Eva Isanta, una sobrina de Rosaura venida del pueblo y un tanto ingenua que ejercía de policía municipal. Y por último, Don Cosine, Raúl Freire, era el jefe en plan capo de la familia. Todos ellos vivían en villa Rosaura, calle del Tren número 11, una casa que habitaban gracias a la larga ausencia del verdadero dueño que, al parecer, estaba en Australia.

Rosa María Sardà en la serie Abuela de verano.

No será hasta 2005 cuando regresase con otra serie a TVE, en esta ocasión con Abuela de verano basada en el libro de Rosa Regás, Diario de una abuela de verano. Dirigida por Joaquín Oristrell e interpretada en su personaje principal por Rosa María Sardá en el papel de Eva Sagués. Una abuela a la que acompañaban sus doce nietos de cinco a quince años y que reunía durante el verano en su casa gerundense del Empordá. Una serie coral y familiar que trataba de mostrar ciertos valores y principios de convivencia y respeto por el medio natural y que Eva Sagués pretendía conseguir poner en práctica no sin dificultad siempre contando con la inestimable ayuda de su jardinero Abdel y cocinera Mercedes. La cosa se complicaba, si cabe más, cuando junto a los conflictos originados por los nietos se unían también la de los padres, y que salían a relucir cada vez acudían a pasar unos días reunidos en familia. Abuela de verano supuso un soplo de aire fresco en el panorama de series de aquel momento por su tono de sensatez, naturalidad y compromiso por enseñar una serie de valores a la vez conseguir el público se viese reflejado en aquellas historias. Aún así contó con una única temporada y una audiencia fiel.

Rosa María Sardà durante la Gala de los Goya 2010.

No podía olvidar su faceta de maestra de ceremonias de los Premios Goya que ha desempeñado hasta en tres ocasiones, en 1994, 1999 y 2002 y reapareció como presentadora al final de la Gala de 2010.

Rosa María Sardá muestra su Medalla de Oro recibida de la Academia del cine.

Quiero terminar como empecé, en referencia a la Medalla de Oro recibida por Rosa María Sardà de la Academia del Cine. Y tomando lo dicho por ella al rebibir tan importante galardón, me quedo con esta frase: Haber vivido dignamente un oficio que elegí y tener el aprecio de mis compañeros es el éxito más grande que se puede esperar.



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