Bea Arthur vino asentar dos lecciones importantes. La primera, cuando uno cree que ya lo ha dado todo en el mundo de la interpretación, sin embargo, siempre queda ese personaje importante por realizar. Ha sido, entrados los sesenta años, cuando se alza al estrellato y a un reconocimiento mundial por su papel de Dorothy Zbornak en Las chicas de oro, quizá el papel de su vida, aunque ya contaba con una larga trayectoria y reconocimiento en teatro y televisión. Si fuese hoy día, y teniendo en cuenta que a los actores y actrices con cierta edad son relegados al olvido, seguramente nos perderíamos una de las mejores series cómicas de la historia de la televisión, Las chicas de oro. Y segunda, tanto su vida personal como profesional se caracterizó por su coherencia y compromiso con las causas justas, y que tuvo su reflejo en la mayoría de papeles interpretó a lo largo de su carrera, con personajes adelantados al tiempo que le tocó vivir y no exentos de cierta polémica, tratando siempre de remover conciencias.
No fue precisamente gracias a su belleza física, ni por contar con una estatura dentro de la media o cánones establecidos o por su voz dulce y sensual, sino todo lo contrario. Aún así, consiguió hacerse con un nombre entre las grandes de la escena, gracias a su gran talento para la comedia, pasando a ser conocida como Bea Arthur, como gustaba la llamasen, aunque su verdadero nombre fuese Bernice Frankel. Fue de las que consideraba que hacer un buen papel cómico consiste en permanecer terriblemente seria, destacando por su expresividad en el gesto y verbo mordaz.
Sus inicios en el mundo de la interpretación tienen lugar en las producciones teatrales de su instituto, por las cuales consigue un cierto reconocimiento, siendo admitida en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York en 1947, donde desarrolla su vocación de actriz, comediante y cantante. Enseguida se le abren las puertas de Broadway realizando multitud de obras de teatro, entre las que cabe destacar: El violinista en el Tejado, La ópera de tres peniques, y Mame, por la que ganó un premio Tony en 1966.
Es en 1971 cuando deja momentáneamente las tablas de Broadway para figurar como artista invitada en una serie televisiva de Norman Lear llamada All in the Family, encarnando al personaje de Maude Findlay, papel por el que consigue una enorme repercusión entre los telespectadores además de conquistar a los productores ejecutivos de la CBS, los cuales le proponen hacer una secuela de la anterior, pasando a llamarse por el mismo nombre de su personaje, Maude, siendo varias veces nominada a los Globos de oro y a los Emmy, consiguiendo finalmente este último en 1977.
La serie Maude fue muy polémica en unos EEUU con sus tabús, tópicos y su guerra del Vietnam bajo la Administración Nixon. En su papel estelar, Bea Arthur encarnaba a una activista del movimiento de liberación de las mujeres y abordaba temas tan polémicos como el divorcio, el aborto, las drogas, el alcoholismo, las depresiones nerviosas y los abusos maritales, causando no poco malestar entre los sectores puritanos de la sociedad norteamericana. Sin embargo, sus polémicos episodios batieron récords de audiencia. Pese al enorme éxito de Maude, Bea Arthur decidió abandonar la serie en 1978. Le siguió ese mismo año en la CBS ser la anfitriona de una revista musical cómica junto a varios actores conocidos, más una colaboración en el año 1983 en la telecomedia Amanda's, adaptación de una exitosa serie británica.
Bea Arthur junto a sus compañeras en las Las chicas de oro.
Hasta que es elegida por la NBC para formar parte del elenco de la serie Las chicas de oro en 1985, en el papel de una profesora suplente de literatura y divorciada, algo amargada; cree que el amor verdadero todavía existe; refunfuñona, si bien, la más responsable de las cuatro o, al menos, la más realista y sensata siendo el punto de equilibrio entre sus compañeras; sometida a los continuos envites de su sarcástica madre, Sophia Petrillo, la cual apodaba 'la mínima', y que trató de sortear de la mejor manera, con su recurrida ¡Mamá...!, así como, los reproches en cuanto a las relaciones maritales por parte de Blanche Devereaux; e ironizó sobre las historias fantasiosas e inocencia de Rose Nylund. Siete años permaneció en la serie, decidiendo abandonar por cansancio. Recibiendo un Emmy en 1988 por su interpretación. La serie tuvo su continuidad sin Dorothy en un spin off que en España fue denominado como Hotel de oro, pero ya no fue lo mismo ni tuvo el mismo éxito.
Momento en el que Dorothy recrimina al neurólogo por no haberle descubierto la enfemedad de Síndrome de fatiga crónica padece.
Siempre activa, Bea Arthur siguió haciendo shows televisivos como Una Tarde con Bea Arthur y colaborando en los doblajes de películas animadas como Futurama, además de aparecer como estrella invitada en distintas series de televisión.
En 2002 volvía a pisar las tablas de Broadway, protagonizando su propio show teatral Bea Arthur on Broadway: Just Between Friends, basado en sus propias vivencias personales y carrera artística.
Fiel a sí misma, tanto dentro y fuera de los escenarios, Bea Arthur se distinguió por su activismo en diferentes frentes: respaldó y apoyó las campañas para el trato ético de los animales y su protección; pasando a ser miembro de la organización PETA (asociación protectora de animales) y militó contra el negocio de la peletería, la producción del foie gras y la crueldad gratuita con los animales en los mataderos.
Durante mucho tiempo, defendió los derechos civiles de la mujer y especialmente por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT (Gays-Lesbianas-Bisexuales-Transexuales), por la que hizo numerosas obras de caridad y dio su ayuda personal a quien la requirió, convirtiéndose en un reverenciado icono de la cultura gay.
Aquejada de un cáncer terminal, Bea Arthur se retiró gradualmente de la vida pública. Falleciendo un 25 de abril de 2009 a la edad de 86 años. En su testamento, legó 300.000 dólares al The Ali Forney Center de Nueva York, una organización que se ocupa en proporcionar alojamiento para jóvenes gays, lesbianas y transexuales sin techo.
Gracias por ser una amiga Thank you for being a friend, frase con la que daba comienzo la serie Las chicas de oro. Con esa misma gratitud allí donde esté en el recuerdo para siempre.
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