domingo, 12 de mayo de 2013

Hasta siempre, Constantino Romero.

 
Constantino Romero nos ha dejado para siempre a la edad de sesenta y cinco años, después de haber anunciado hace seis meses se jubilaba de la profesión de locutor, doblador, presentador y actor, que ha venido ejerciendo durante cuarenta y siete años.

Su prodigiosa voz le convirtió en uno de los dobladores más carismáticos de nuestro país y su aplome y gran presencia en uno de los presentadores más emblemáticos de nuestra pequeña pantalla. Unas cualidades comunicativas que sobresalieron frente a su físico que a nivel televisivo no resultaba del todo favorecedor, en especial su calva aparte de su miopía, no le impidió mantener sus amplias gafas. 

Su carrera profesional vino marcada desde la niñez, al escuchar con gran entusiasmo la radio Telefunken de su madre, hizo que creciese en el la vocación de locutor de radio, viendo cumplida a partir de 1964 al dar sus primeros pasos profesifonales en Radio Barcelona y después en RNE. Fue uno de los primeros en introducir la música anglosajona en las ondas a través de programas como Tino Show, Trotadiscos en Radio Barcelona y Amor, discos y recordiscos en RNE, entre otros programas.

Cabe recordar su etapa escolar en un internado de Barcelona, ciudad a la que se trasladó desde Albacete siendo todavía un niño. Allí compartió pupitre con Jordi Estadella, ya fallecido. No tendría mayor relevancia si no fuera porque ambos, además de hacer una buena amistad, compartieron una misma filosofía de vida, su deseo de vivir intensamente y con gran sentido del humor, aparte contaban con unas extraordinarias cualidades vocales y comunicativas que les llevaría a seguir carreras profesionales similares.

 Constantino Romero en El tiempo es oro.

A nivel televisivo ambos dominaron con gran maestría el género del concurso. No en vano Constantino Romero recibió el calificativo de hombre-concurso. Desde aquel disparatado Ya sé que tienes novio 1985, pasando por otros programas concurso míticos de TVE como El tiempo es oro 1987-1991, con el que consigue enorme popularidad, el 3x4 en sustitución de Julia Otero, La vida es juego o, ya en Antena 3, con La parodia nacional, Alta tensión, entre otros programas, con los que consigue el respeto y admiración del público y la consideración de la profesión debido a su gran profesionalidad y eficacia.

En realidad Constantino Romero albergaba a todo un verdadero showman, capaz de sorprendernos con una nueva faceta hasta entonces desconocida de su gran bagaje profesional. De hecho, fue habitual verle durante las primeras ediciones de Telepasión interpretando algunos de los números musicales míticos del programa, como aquel Wandering star de la película  La leyenda de la ciudad sin nombre en el que emulaba a Lee Marvin o bien, encarnando a los Blues Brothers junto a Jordi Estadella, están entre los más recordados.


Para mayor gloria, su gran voz le llevó a convertirse en uno de los dobladores más prestigiosos de nuestro país, al poner sus extraordinarias cuerdas vocales al servicio de actores como Clint Eastwood desde 1970 hasta el último doblaje hizo del mismo antes de jubilarse, con la película Golpe de efecto; a Arnold Schwarzenegger en la trilogía Terminator, de la que siempre nos quedarán expresiones póstumas como: Volveré  pronunciada por Schwarzenegger en la primera película de la saga Terminator 1984, o Sayonara, baby en Terminator 2: el juicio final 1991; al replicante de Blade Runner con aquel discurso final: He visto cosas que vosotros no creeríais…; a Roger Moore, con el recordado Me llamo Bond, James Bond o, a Darth Vader de Star Wars, un personaje que le entrañó alguna que otra dificultad, al tener que distorsionar su voz y sincronizar con la respiración del mismo.  Además, fue la voz de muchos otros actores, recuérdese a James Earl Jones de la saga Star Wars, William Shatner en las películas de Star Trek, Sean Connery, Donald Sutherland, entre otros. Sin olvidar, que fue voz e imagen de innumerables anuncios televisivos.
 
Constantino Romero en el musical Sweeney Todd.

Su destacada carrera de actor de doblaje no le impidió dar un paso más y probar suerte en el mundo de la interpretación, que inicia incluso antes de la televisión, con la obra La Ópera de tres peniques 1983, dirigida por Mario Gas, con el que repetiría años más tarde en el musical Sweeney Todd 1995, consiguiendo gran éxito. Estas y otras más junto a un par de películas completan su carrera interpretativa.

 

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